
La noticia del asesinato del embajador ruso Andrei Karlov a manos del policía turco durante la inauguración de una exposición en un museo de Ankara me hizo pensar inmediatamente en ese primer capítulo de Black Mirror. El terrorismo convertido en obra de arte para enviar un mensaje político.

Si se consigue una ubicación estratégica y un buen zoom fotográfico, es posible ver con claridad lo que hacen algunos de los parlamentarios en las pantallas de sus computadores.

Como usuarios de redes sociales y consumidores de información debemos ser conscientes de nuestro papel como multiplicadores de noticias.

Cuando ocurre una tragedia y los medios reciben fotos en tiempo real, la tentación de publicar una imagen de impacto es grande, pero es importante reflexionar sobre la pertinencia de esa imagen, y sobre todo pensar en las víctimas y sus familiares.

Los periodistas, tan proclives a usar las redes sociales para diversos fines, a veces caen en la difusión de rumores o información falsa con un simple retuit.

En la prensa escrita abundan los periódicos, donde las mujeres no sólo desaparecen de la agenda informativa sino que en éstos se refuerza la imagen de ellas como objeto sexual.

Debemos responder la interrogante del lector, cumplir sus expectativas y no fallarle jamás.

En el proceso de decidir qué publicar y cómo publicarlo podemos cometer errores, sobre todo cuando trabajamos contra el tiempo o tenemos la presión de la inmediatez de internet.

El texto va más allá del registro de lo ocurrido: se pide el apoyo de la gente.

Antes de difundir la información ‘oficial’, los periodistas deben recordar que se trata de una fuente, y por tanto se debe dudar.